En un mundo cada vez más interconectado, la tecnología y, en particular, la inteligencia artificial (IA), se presentan como fuerzas transformadoras capaces de redefinir el tejido económico global. Sin embargo, su poder para generar progreso convive con el riesgo de profundizar las brechas existentes si no se gestionan con visión ética y equitativa.
Transformaciones y riesgos de la IA
La IA ya representa el 7% del mercado mundial de tecnología avanzada y, de mantenerse el ritmo, podría alcanzar el 29% para 2033, equivalente a 4,8 billones de dólares. Este potencial de la inteligencia artificial encarna una fuerza de cambio sin precedentes, capaz de elevar la productividad, impulsar la innovación y contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
No obstante, su adopción desequilibrada también puede generar efectos adversos. Si el acceso y los beneficios se concentran en regiones y empresas privilegiadas, la IA reforzará las brechas económicas en lugar de cerrarlas.
Dimensiones de la brecha digital
La brecha digital sigue siendo una de las manifestaciones más claras de desigualdad tecnológica. A nivel global, un 33% de la población—alrededor de 2.600 millones de personas—no ha accedido nunca a Internet.
Existen marcadas diferencias regionales en este ámbito:
Además, la brecha de género persiste: el 70% de los hombres utiliza Internet frente al 65% de las mujeres, lo que significa que hay un 17% más de mujeres desconectadas que hombres.
Esta exclusión digital durante la pandemia puso aún más de relieve cómo la falta de acceso a la red repercute en desventajas educativas y laborales persistentes.
Impactos en el empleo y la desigualdad
La disrupción laboral impulsada por la IA es inminente. Se estima que hasta el 40% de los empleos mundiales podrían verse afectados, con un 60% de los puestos en economías avanzadas expuestos al impacto de la automatización.
Este fenómeno opera de manera dual:
- Trabajos complementados: Aquellos roles donde la IA aumenta la productividad de los trabajadores, ofreciendo oportunidades de formación y especialización.
- Trabajos sustituidos: Funciones rutinarias, tanto manuales como cognitivas, que pueden ser automatizadas por completo, generando desempleo o reducción salarial.
En las economías emergentes, la exposición laboral asciende al 40%, y en países de ingresos bajos queda en un 26%. Aunque la disrupción es menor, la capacidad de aprovechar las nuevas oportunidades también disminuye, ampliando la desigualdad global.
La brecha salarial y la polarización del mercado laboral acentúan la fractura social: quienes dominan las tecnologías avanzadas reciben aumentos salariales y premios de productividad, mientras que el resto queda relegado.
El impacto generacional añade otra dimensión: los jóvenes suelen adaptarse mejor a las nuevas herramientas, mientras que los trabajadores de mayor edad enfrentan mayores dificultades de reconversión y un elevado riesgo de exclusión tecnológica.
Mecanismos y factores agravantes
Para entender cómo la tecnología agrava las desigualdades, es útil distinguir tres mecanismos clave:
- Automatización: El reemplazo de trabajos rutinarios, tanto en fábricas como en oficinas, por sistemas robóticos e IA.
- Complementación: El aumento de la productividad en empresas y trabajadores que integran adecuadamente las TIC y la IA.
- Acceso desigual: La carencia de infraestructura, dispositivos y formación digital limita la capacidad de personas y países para beneficiarse de los avances.
Los países que no inviertan en inversión en infraestructura y competencias verán aumentar la brecha con respecto a economías más avanzadas.
Hacia una política inclusiva y sostenible
La tecnología puede ser un aliada fundamental para reducir la desigualdad, siempre que se implementen políticas públicas robustas y orientadas a la equidad. Entre las medidas más efectivas se encuentran:
- Programas de formación en competencias digitales para trabajadores y comunidades vulnerables.
- Inversión sostenida en infraestructura de Internet de alta velocidad en zonas rurales y periurbanas.
- Redes de seguridad social y mecanismos de acompañamiento para trabajadores desplazados por la automatización.
- Políticas de supervisión ética de la IA y regulación de algoritmos con sesgos.
Implementar estos esquemas requiere colaboración entre gobiernos, sector privado, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales.
Cuando se prioriza el acceso equitativo y la alfabetización digital, las TIC pueden convertirse en herramientas poderosas para superar las barreras de acceso digital y fomentar un desarrollo más armónico.
Conclusión: Construir un futuro compartido
La tecnología y la IA ofrecen una oportunidad histórica para impulsar el bienestar global. Sin embargo, sin una distribución justa de sus beneficios, corremos el riesgo de perpetuar y profundizar las desigualdades económicas y sociales.
Solo a través de la cooperación internacional, la inversión en infraestructura y formación, y la regulación ética, podremos garantizar que la revolución tecnológica sirva de palanca para un futuro más justo e inclusivo. La responsabilidad es compartida: gobiernos, empresas y ciudadanía deben aliarse para lograr un desarrollo transparente, equitativo y sostenible.
Referencias
- https://news.un.org/es/story/2025/04/1537841
- https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2024/01/14/ai-will-transform-the-global-economy-lets-make-sure-it-benefits-humanity
- https://www.iberdrola.com/compromiso-social/que-es-brecha-digital
- https://news.un.org/es/story/2025/04/1537761
- https://www.cepal.org/es/comunicados/la-adopcion-nuevas-tecnologias-es-central-disminuir-brechas-desigualdad-la-region
- https://www.pewresearch.org/2025/01/09/global-economic-inequality-press-release-spanish/
- https://www.ift.org.mx/usuarios-y-audiencias/la-desigualdad-y-su-impacto-en-el-acceso-las-tecnologias-de-la-informacion