Populismo Económico: Amenazas y Consecuencias Globales

Populismo Económico: Amenazas y Consecuencias Globales

El populismo económico ha cobrado fuerza en las últimas décadas, generando debates sobre su sostenibilidad a mediano y largo plazo y su impacto en las estructuras políticas y financieras del mundo.

Qué es el populismo económico

El populismo económico se define, en su sentido más amplio, como un enfoque que prioriza el crecimiento económico y redistribución del ingreso al margen de las reglas de mercado convencionales. Bajo esta perspectiva, los riesgos de inflación, déficit fiscal y restricciones externas suelen minimizarse o ignorarse.

Existen diversas corrientes que interpretan este fenómeno desde ópticas complementarias: la visión estructuralista valora alianzas multiclasistas y sustituye importaciones; la más crítica lo califica de estrategia electoral que desemboca en gastos públicos insostenibles; el enfoque político-estratégico enfatiza el carisma del líder y la maquinaria electoral débilmente institucionalizada; y el discursivo enfrenta al «pueblo» con las «élites» en un relato polarizador.

Factores que favorecen su surgimiento

Las condiciones socioeconómicas juegan un papel decisivo en la emergencia de gobiernos populistas. La crisis de legitimidad política, la desigualdad de ingresos y la inseguridad laboral alimentan un caldo de cultivo ideal para este tipo de proyectos.

  • Mayor apoyo entre grupos con bajo nivel educativo y menores ingresos.
  • Descontento frente a la globalización y pérdida de empleos industriales tradicionales.
  • Aumento del desempleo y salarios estancados en las capas menos privilegiadas.
  • Sentimiento de abandono por parte de las élites políticas tradicionales.

La recesión global de 2008 y los efectos simultáneos de la apertura comercial en algunos sectores han profundizado estas dinámicas, impulsando la preferencia por líderes que prometen soluciones rápidas y directas.

Ejemplos históricos

En América Latina, los experimentos de los años setenta a los noventa ofrecen lecciones contundentes sobre las consecuencias macroeconómicas del populismo.

En contextos avanzados, como el Reino Unido tras el Brexit o Estados Unidos bajo ciertas administraciones, los augurios de recesión a corto plazo no siempre se materializaron, pero la sostenibilidad de esos triunfos iniciales sigue siendo cuestionada por analistas financieros.

Lógica económica y fases del populismo

La estrategia populista suele desplegarse en cuatro fases claramente identificadas por Dornbusch y Edwards:

1. Fase de arranque con crecimiento de PIB, empleo y salarios reales; inflación contenida. 2. Fase intermedia con cuellos de botella, escasez de divisas y aumento de déficit fiscal. 3. Fase de ajuste donde aparecen devaluaciones, controles de cambio y proteccionismo. 4. Fase de crisis aguda: hiperinflación, colapso de reservas y ajustes drásticos.

Consecuencias a corto y largo plazo

En el corto plazo, los gobiernos populistas suelen registrar:

  • Incrementos abruptos del consumo y la demanda interna.
  • Subidas de salarios reales y creación de empleo.
  • Expansión del gasto público y subsidios masivos.

No obstante, cuando la financiación externa se agota y la confianza se diluye, surgen efectos adversos que incluyen:

Hiperinflación, caída del salario real, escasez de bienes importados y desempleo elevado, seguidos de recesiones prolongadas y ajustes fiscales drásticos.

Impacto en la gobernanza global

El avance del populismo económico ha puesto en jaque a las instituciones multilaterales, debilitando organismos como la OMC o acuerdos de libre comercio, e impulsando un giro hacia políticas proteccionistas y aislacionistas.

Este fenómeno erosiona la cooperación transnacional, eleva barreras comerciales y genera incertidumbre para empresarios e inversores en todos los continentes.

Debate contemporáneo

Aunque la mayoría de expertos advierte sobre la inviabilidad de las políticas populistas a largo plazo, existen voces que las consideran una respuesta necesaria en escenarios de desigualdad extrema.

El desafío radica en equilibrar la urgencia de la redistribución con la estabilidad macroeconómica, evitando que medidas bien intencionadas terminen en crisis de confianza y crisis cambiarias.

Reflexiones prospectivas

De cara al futuro, la economía global deberá afrontar problemas estructurales profundos como el envejecimiento poblacional, la elevada deuda pública y la baja productividad.

Solo a través de un diálogo constructivo, instituciones sólidas y políticas responsables será posible conjugar la demanda social de justicia con la necesidad de crecimiento sostenido, evitando caer en los ciclos recurrentes de auge y colapso característicos del populismo económico.

Maryella Faratro

Sobre el Autor: Maryella Faratro

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